- En los hombres, su consumo puede provocar que los espermatozoides pierdan fuerza para atravesar la membrana del óvulo, dificultando la fecundación. Además, su abuso afecta al deseo sexual
- En el caso de la fertilidad femenina, acorta los ciclos menstruales, dificulta la implantación embrionaria y afecta a las trompas de Falopio, dando incluso lugar a la posibilidad de un embarazo ectópico y mayor riesgo de aborto en un futuro
- La posibilidad de que su efecto sea reversible siempre pasa por unos hábitos de vida saludables que contribuyan a un buen punto de partida y en el que no tiene cabida el consumo de sustancias nocivas
- Según una encuesta del Ministerio de Sanidad, el cannabis es la sustancia ilegal con mayor prevalencia de consumo en España entre la población de 15 a 64 años. Desde 2007, su consumo se ha incrementado hasta casi un 3%
Según los últimos datos de la encuesta EDADES del Ministerio de Sanidad, publicada en 2022, el consumo diario de cannabis se ha ido asentando en nuestra sociedad. Más de un 10% de la población lo ha hecho en los últimos 12 meses, más de un 8% en los últimos 30 días y casi un 3% a diario en el último mes. Además de su carácter adictivo, cabe recalcar que muchos de esos consumidores se encuentran en edad fértil, por lo que los expertos quieren sensibilizar a la población de las consecuencias que puede tener el consumo de esta sustancia ilegal.
El consumo de cannabis puede afectar a la fertilidad, tanto masculina como femenina. Y es que el uso recreativo de la sustancia ilegal más consumida en nuestro país se ha asociado a alteraciones de las hormonas reproductivas, el ciclo menstrual y los parámetros del semen. “En concreto, el consumo de cannabis en pacientes varones también se ha asociado a disfunción eréctil, espermatogénesis anormal y atrofia testicular mientras que, en pacientes femeninas, la exposición a cannabinoides se ha asociado a infertilidad y a implantación y desarrollo anormales del embrión”, aclara la doctora Clara Colomé, directora de IVI Baleares.
Tal y como explica el Observatorio de las de las Drogas y las Adicciones del Ministerio de Sanidad, el THC presente en el cannabis disminuye la secreción de hormonas sexuales, con una reducción de la secreción de testosterona y del número y la motilidad de los espermatozoides. Por otro lado, el consumo de cannabis en mujeres produce una reducción del ciclo menstrual, niveles elevados de prolactina que pueden asociarse a la aparición de galactorrea - secreción de leche por el pezón que no está relacionada con la producción normal de leche para la lactancia-, y menores niveles de andrógenos. La reducción de la testosterona en hombres y andrógenos en la mujer también pueden dar lugar a una bajada de la libido, dificultando consecuentemente la posibilidad real de un embarazo.
¿Estos efectos pueden ser reversibles?
En el caso de los hombres el semen tiene un ciclo de formación de unos 70 días, por lo tanto, deberíamos tener en cuenta en los tres meses previos al inicio de la búsqueda de gestación o de un tratamiento de reproducción asistida la reducción de cualquier hábito nocivo. Esto incluye, por supuesto, cualquiera relacionado con sustancias ilegales.
En el caso de las mujeres que consumen regularmente esta droga, resulta algo más complicado, ya que los desarreglos hormonales que puede provocar el THC pueden llegar a dar lugar a una anovulación, es decir la ausencia de liberación de óvulos. Además, afecta a las trompas de Falopio, dando incluso lugar a la posibilidad de un embarazo ectópico y mayor riesgo de aborto en un futuro.
“Al contrario que otras drogas duras, el cannabis es una sustancia relativamente accesible, además de la falsa percepción social de que es menos adictiva, por lo que su consumo es más frecuente en personas en edad reproductiva y datos recientes sitúan este consumo con un incremento de un 3%. Siempre se debe llevar una vida saludable en todos los sentidos, pero si entre nuestros proyectos se encuentra la maternidad o la paternidad, el uso indebido de sustancias debe estar siempre fuera de la ecuación”, concluye la Dra. Colomé.
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